Pages

Saturday, September 12, 2009

12/09/09

Es tan fácil acostumbrarse a las cosas buenas. Silenciosa e invisiblemente vamos dando tanto de nosotros hacia otros, y esos otros nos retribuyen dándonos aún más, invaluables regalos que nunca alguna forma de dinero podrá comprar.

La mayoría de las veces, este proceso es mudo y ciego, difícil darse cuenta de cuándo ya estamos “domesticando” y dejando que nos “domestiquen”. Sólo cuando nos vemos sumergidos en la ausencia de aquellos seres, sabemos cuánto nos hacen falta, cuánto los necesitamos y cuán felices nos hacían.

Y así pasó.

Aunque siempre supe que me habías hecho feliz, y que de cierta forma, habías llegado a cambiar mi vida, nada me haría suponer cuán conectada estaba hacia ti. Nada.

Ah sí, nada excepto que sin previo aviso, una mala tarde y una pésima mañana, todo se echara a perder.

¿Qué hago ahora sin ti?
¿A quién abrazo?
¿Quién me mirará a la cara con ternura?
¿Quién me dará las alegrías que tu me dabas?
¿Cómo sigo sin ti?

¿Sabes cuántos caminos nos quedaron por recorrer y por correr? ¿Sabes?

Estas son las cosas que parecen más injustas. ¿Por qué? ¿Qué pasó?

No estoy segura de nada en estos momentos, salvo del inexorable hecho que te extrañaré mucho. Ya te extraño, ya me haces falta.

¿Estarás, algún día, esperándome con tu mirada bonita más allá del horizonte?

0 comments: