Pages

Saturday, July 30, 2011

V.


Me quedo con tus palabras, con tus mails, con la claridad de los conceptos sociales que usas comúnmente, con tu suave voz, con tus palabras precisas, con tu interés para escuchar cada una de mis historias, con tus minutos de divagación (a pesar de no poder saber qué era lo que realmente te perturbaba), con tus constantes reflexiones, con tus abrazos eternos, con tu boquita de duraznito, con tus ojos cafés claros, con tu nombre de poeta, con tu apellido de escritor, con la esquina en donde tomé el taxi, y con todos los recuerdos que quedarán enmarcados, en algún lugar cerca de mi corazón.

Porque me hiciste feliz -y más importante que eso- me dejaste feliz. Quizás el adiós no haya sido el que yo tenía en mente, pero tu dulce sinceridad reafirmaron lo que yo había presentido: todo esto fue un sueño, un sueño muy real.

Yo aún no logro conmensurar, el influjo que has causado en mí. Me emociona pensarlo, porque llegaste justo en el momento indicado y juro, que si no te hubiera visto en el aeropuerto antes de despegar de Santiago, hoy creería ciegamente que el avión te botó de una nube, pues fuiste como un angelito que cayó del cielo para salvarme.

La gran moraleja que me enseñaste es la apreciación a la vida misma. Me recordaste eso que algún día, de adolescente, leí en un libro, pero que luego olvidé: los milagros están a la orden del día, sólo hay que darles una oportunidad.

Y tampoco puedo dejar de mencionar, la lección sobre la temporalidad. La belleza de lo efímero, porque es mejor una tarde de emociones sinceras, a largos meses de falsas quimeras.

Al final, concluimos que esto no era un adiós, sino más bien un hasta la próxima. Porque el mundo es muy pequeño (ay, si no sabré yo de eso), o -como dices tú- nos movemos en las mismas esferas sociales, lo que hace reducir nuestro ámbito de acción, llevándonos a pensar que el mundo es un lugar pequeño. En síntesis, sabemos que nos vamos a encontrar de nuevo, en algún otro lugar, en algún otro tiempo, en otra dimensión, o quizás en otros sueños.






Saturday, July 16, 2011

Antes del Amanecer


"Esto es como una película... es como "Antes del amanecer", ¿la viste?"


(V. bajo el Morro, comentando nuestro encuentro...)


(¡Qué lindo!)

Wednesday, July 13, 2011

Brindo


El verano se acabó. Fue el verano más largo... y yo debería estar escribiendo sobre lo triste que es ver, cómo la luz del sol se extingue, trasladandose lentamente hacia el otro lado del mundo, mientras aquí los días se hacen menos cortos y más fríos.

Tendría que escribir, con los ojos hinchados y rojos, con el corazón en un hilo, con la mente confusa, sobre los detalles que hicieron correr ríos durante el fin de semana. Tendría que escribir que no me pude contener en el aeropuerto, y que en todos los lugares, se inscribían momentos aún no acontecidos, de una historia probable, de una historia similar a la que tuve pero que ciertamente tiene brotes más felices... Tendría que escribir bajo el influjo de la inevitable tortura de imaginar a aquella persona junto a alguien más.

Tendría que estar malherida, cabizbaja, perdida...tal y cual llegué a la fila del check-in. Y es que, a pesar que llegue 5 horas antes del vuelo, estaba tan triste, que se me olvidó ir a la fila a la hora correcta. Figuraba atrasada y nerviosa, hasta que un trabajador de LAN preguntó si había gente de mi vuelo. Yo me limite a alzar mi mano, pero alguien gritó desde atrás, aún más nervioso y desesperado "Arica?? Yo!!". Él venía corriendo, chascón, bolso en mano y evidentemente más atrasado que yo.

Casi cuatro horas más tarde -ya en Arica- la seguidilla de malos momentos seguían, pero estaban a punto de terminar...

Por alguna confusión en las horas, mi taxi no estaba esperando por mí, y como me gasté toda la plata que tenía en libros, me quedé en el aeropuerto sin saber qué hacer. Hasta que de pronto vi una cara conocida: Don Nino (el taxista amigo que siempre nos va a buscar) pero que en esta oportunidad se había escusado por estar ya previamente comprometido con otros pasajeros. Al final Don Nino reorganizó a sus pasajeros para poder llevarme, me fue a dejar a su taxi y me pidió que lo esperara. Pocos minutos después llegó con otro pasajero, y ese pasajero era el chico chascón, bolso en mano, que iba evidentemente más atrasado que yo.

Y de ahí en adelante, todo fue un vendaval... de historias, de novelas, de política, de arqueología, de geología, de viajes, de cuentos, de filósofos, de más novelas, de algunas películas y de muchas casualidades. Demasiadas casualidades.

Casualidades y conversaciones, que inevitablemente decantaron en sentir ese algo.
Por eso brindo...

Brindo este amor, un amor tan raro
Brindo este amor, un amor tan claro
Brindo este amor, un amor tan derepente
Brindo este amor, un amor tan diferente...