Él -el de azul- se picó. Se picó tanto, que a los días lo vi en la esquina de un antro comiéndose a una mina. Ella sobre la mesa, y él abalanzándose entre calugazo y calugazo. Tanto se picó que de vez en cuando se daba vuelta y me miraba mientras abrazaba a esa mujer de generosas proporciones. ¿Qué se cree? ¿Por qué tiene el descaro de mirarme así? Picado total.
Por eso yo también me piqué. Me piqué de pura picada, pero no dejé que el impasse perturbara mi noche de fiesta. En el fondo podía estar picada, pero seguí bailando y disfrutando del carrete (disimulando la pica dignamente) hasta que cerraron el local.
Sin embargo la pica no me abandonó esa noche. Extrañamente fue creciendo, cada vez que lo veía sentía pica, una pica tonta e infantil, que no tenía ninguna explicación racional. Y según tengo entendido, él siguió picado. De hecho lo pillé un par de veces mirándome de reojo con pura cara de pica.
Y desde entonces la pica se ha convertido en nuestro leitmotiv.
Yo ya no le hablo, ni él me habla a mí, de puros picados que somos.
Por eso yo también me piqué. Me piqué de pura picada, pero no dejé que el impasse perturbara mi noche de fiesta. En el fondo podía estar picada, pero seguí bailando y disfrutando del carrete (disimulando la pica dignamente) hasta que cerraron el local.
Sin embargo la pica no me abandonó esa noche. Extrañamente fue creciendo, cada vez que lo veía sentía pica, una pica tonta e infantil, que no tenía ninguna explicación racional. Y según tengo entendido, él siguió picado. De hecho lo pillé un par de veces mirándome de reojo con pura cara de pica.
Y desde entonces la pica se ha convertido en nuestro leitmotiv.
Yo ya no le hablo, ni él me habla a mí, de puros picados que somos.
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