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Monday, September 19, 2011

Walking around y Poema XII

Las ilusiones van y vienen.

Y existe un punto exacto, en el que te das cuenta que esa ilusión se transformó en un sentimiento más o menos concreto. Ese momento fue en un bar de mala muerte, con unos tragos encima, mientras los demás amigos de la mesa bailaban cueca. En una de las paredes colgaba una foto añosa de Neruda y entonces me comentaste sobre un tal Paco Ibañez, que musicalizaba algunos poemas de Pablo. 

-"Para tu corazón basta mi pecho, para tu libertad bastan mis alas..." 
- "desde mi boca llegará hasta el cielo, lo que estaba dormido sobre tu alma" - Dije exaltada - ¡Poema 12!

Luego me escribió en mi libreta multiuso (esa que siempre llevo a todas partes), otros poemas que ese tal Paco cantaba. Y entonces me puse a pensar en otros versos del capitán, y traté de recordar el "Walking around" (uno de mis favoritos) "Sucede que me canso de ser hombre..." ¿Pero qué más seguía? Sucede que me canso de ser hombre...y luego había una mención sobre peluquerías, sobre el fieltro, sobre los lirios, y sobre sentirse marchito? No podía recordar, el alcohol ya se me había subido a la cabeza.

Me devolviste la libreta, con un montón de versos a medias, bajo el título "PACO IBAÑEZ". Mientras leía y trataba de reconocer esas líneas, me dijiste que no podías recordar uno de tus poemas favoritos de Neruda, que hablaba sobre el hombre en un tono existencialista. ¿Sucede que me canso de ser hombre? - le pregunté-. Y bastó ese inicio para que él recordara todo el poema, y me lo recitara al oído. 


Sucede que me canso de ser hombre
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro.
Navegando en un agua de origen y ceniza.


El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver estacionamientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.


Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.


Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja
Sería bello
ir por las calle con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío


No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.


No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.


Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.


Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.


Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.

Y fue ese el momento exacto en que la ilusión se transformó en un "me gustas". Después de todo, no siempre encuentras a alguien quien pueda recitar de inicio a fin un poema de Neruda.

Tras seguir hablando un rato hablando sobre Neruda, después me comentó que también le gustaba Baudelaire. ¡Baudelaire! ¡Con lo que me gustan los poetas malditos! Le dije que uno de mis favoritos de Baudelaire era el poema sobre el albatros, le di mi interpretación sobre uno de los versos, y me miró con ojos brillosos y una sonrisa. Pero eso da para otra historia, para otro día.

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