Era una noche feliz cuando de pronto se largó a llover.
La lluvía mojó al regalito, estropeándolo.
Un hombre desconocido se acercó en son de consuelo,
dando consejos inapropiados
sobre su experiencia de vida.
Cuanta ternura e ingenuidad,
un ciego ayudándole a otro a caminar.
Y si al final, lo que hay que vivir
lo que hay que soñar hay que vivirlo!
0 comments:
Post a Comment